Mucha gente se imagina que para ser espiritualista hay que consagrarse
a la meditación y a la oración. No, cualquier trabajo,
incluso espiritual, se vuelve extremadamente prosaico cuando no
se introduce una idea sublime, un ideal superior; y, por el contrario,
cualquier trabajo prosaico puede ser espiritualizado si se sabe
introducir en él un elemento divino. La espiritualidad no
consiste en rechazar toda actividad física, material, sino
en hacer todo por la luz, con la luz y para la luz. La espiritualidad
es saber utilizar cualquier trabajo para elevarse, armonizarse,
unirse a Dios.
Fuego de San Miguel
(Bonfin, 2008)
Trabajar en nuestro perfeccionamiento
Extracto de las Obras
Completas – Volumen 22
Hagan que todas sus actividades converjan en un único
objetivo: el perfeccionamiento, y así desencadenarán
en ustedes mismos poderes que les transformarán profundamente.
Por lo general, las actividades profesionales sólo afectan
a los humanos superficialmente. Ir a la fábrica, a la oficina,
trabajar en un laboratorio, hacer política, instruir a los
niños, no puede despertar todos los poderes que el Creador
ha puesto en ellos, excepto si, al mismo tiempo, hacen un trabajo
con el pensamiento, el sentimiento y la voluntad que dé un
significado más profundo a esta actividad, que toque las
raíces de su ser. Así, en adelante, procuren empezar
este trabajo, el único trabajo, traten de tomarle gusto,
de no poder pasar ni un día sin desencadenar fuerzas benéficas
en ustedes y a su alrededor, y ya verán los resultados.
Lo importante es el motivo por el que actuamos
Extracto de
las Obras Completas – Volumen 13
En todas las actividades, lo más importante es la idea,
el motivo por el que actúan, el objetivo que quieren alcanzar.
La actividad, por sí misma, no cuenta mucho; no les debe
preocupar el hecho de que les procure consideración o que
les reporte dinero. Puede ser que siguiendo una enseñanza
espiritual parezca que no hacen gran cosa, pero si lo hacen con
el deseo de alimentar, de sustentar la idea de la fraternidad universal,
añaden cada vez algunos elementos para su futuro, para su
evolución, y eso cambia todo su destino. Quizás durante
mucho tiempo no vean ningún resultado, pero un buen día
las bendiciones lloverán sobre ustedes por todas partes,
porque todo lo que han hecho se ha grabado y reciben la recompensa.
Los humanos les juzgan según sus actos, mientras que el
Cielo les recompensa o les castiga según sean sus móviles.
Y es del Cielo de donde deben esperar la recompensa por el trabajo
que hacen para sustentar la idea de fraternidad.